Cesáreo Silvestre Peguero.
Se tiene como delito, toda desobediencia a la ley o a las normas
establecidas. Es toda infracción violación o práctica de lo ilegal
la verdad se enmarca en lo moral, no siempre ésta se tiene como
correcta, viéndose en ocasiones como un vulgar delito demostrarla
o expresarla. Desde tiempos antiguos se ha rechazado la verdad.
Se prefiere la argucia, la falacia cuando no la bastarda
hipocresía. En la
supuesta “justicia humana”, muchas veces las injusticias, son
realidades y la “verdad” no siempre es justa. Esto ocurre cuando se

Ser correcto tiene su costo, vale la pena pagar el precio. Esto
implica enfrentar y ser enfrentado, pero actuando con honradez se alcanza ser
libre de conciencia, la que a muchos les falta.
Aunque veamos a algunos alegremente exhibir posesiones económicas, en el fondo, esas riquezas no son legítimas y tales éxitos son ficticias, porque no están sustentadas en obtenciones correctas, sino como resultado de engaños y turbios procedimientos

Cuando se es sincero se hiere, pero se hace reflexionar y superar
errores cometidos o en los que se puede incurrir en ciertos momentos.
Decir la verdad no es una falta; es un deber. Claro, hay que ser
prudente y, expresarla en su momento oportuno, decirla si se hace necesario y
si no se está expuesto al peligro.
La verdad siempre debe prevalecer aunque nos cueste, la verdad es
Dios y si hay temor esto no es de Dios.
discreto si se está en público, para que el amonestado no se avergüence y por orgullo o falta de humildad rechace tal o cual verdad.
Se requiere también esperar que la persona esté en calma. Aún la
verdad sea real en su totalidad, si se dice cuando la otra persona está alterada
es imprudente su revelación, porque puede generar actitud de ira en el
receptor, pudiendo la reacción producir violencia verbal
y hasta agresión física.
La verdad aunque sea legítima, no debe decirse con altanería ni de
forma desafiante. No todas las personas asimilan con quietud a quien le
enrostra la verdad. En todo caso, mantengámonos serenos.
La verdad es fuerte, pero nos hace reverentes. La verdad no mancha
los labios de quien la dice, sino la conciencia de quien la escucha.
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